EN NOVIEMBRE de 1884, en los albores del ferrocarril, los ingenieros Subercase y Santa Cruz propusieron el ancho de vía español (1668 milímetros) con la mejor de las intenciones ya que, para adoptar su decisión, sopesaron cuidadosamente cuestiones como la seguridad y la rapidez. Sin embargo, la propuesta, aceptada finalmente por el Gobierno, iba a traer muchos y muy duraderos problemas a España ya que nos convertimos en una especie de isla ferroviaria al no haberse adoptado el ancho europeo (1435 milímetros) lo que hubiera evitado innumerables molestias a los viajeros que viajaban al norte de Europa -obligados a cambiar de tren en la frontera- y hubiera facilitado considerablemente el flujo de mercancías. Quizá resulte un tanto forzado traer a nuestros días esa decisión decimonónica para ponerla en relación con el proyecto del tranvía para León pero la lección de fondo sigue siendo válida: hay decisiones que deben ser examinadas y revisadas con la mayor de las atenciones pues pueden comprometer seriamente el futuro de una ciudad y de sus habitantes. Y no parece que los responsables municipales hayan advertido (quizá simplemente han decidido cerrar los ojos) que hay un creciente debate ciudadano en torno a este proyecto; un debate especialmente vivo en los foros de internet y que, de momento, es un tanto soterrado pero que cobra fuerza y que se decanta por una solución que no es precisamente la que ha escogido el Ayuntamiento. Los lectores que hayan tenido ocasió n de leer el pasado lunes en este periódico el artículo titulado ¿Por qué ancho internacional al tranvía? -”firmado por Paco San Martín, experto de la Generalitat valenciana-” habrán encontrado las claves y las preguntas fundamentales sobre las que nuestros munícipes han pasado como sobre ascuas al aprobar, a finales de febrero, el estudio de viabilidad sobre la base del ancho de vía internacional y no sobre la base del ancho métrico (1000 milímetros) que corresponde a la línea de Feve de vía estrecha. Están por explicar convenientemente a los ciudadanos las razones reales por las que se desecha la vía métrica y se dejan de lado todas las ventajas que conlleva disponer de un entramado urbano y metropolitano como es la línea de Feve cuya integración urbana parece, al menos desde el sentido común, más razonable, operativa y probablemente menos costosa que la opción del ancho europeo para el tranvía. Alguien debería detallar, de forma clara, cuáles son las ventajas que aconsejan optar por el ancho europeo en una ciudad como León cuando capitales como Vitoria, Valencia, Alicante, Bilbao... disponen de excelentes tranvías de vía métrica. Cuando las cosas no acaban de entenderse empiezan las sospechas que desembocan, ya no sólo en las siempre importantes dificultades económicas, sino en los desencuentros y cerrazones políticas. Algo que cualquiera que haya recibido el mandato de velar por el mejor futuro de su ciud ad debería evitar por todos los medio s.
Se echa de menos un debate limpio y abierto que permita contrastar las diferentes posiciones en un asunto de especial trascendencia. Aún se está a tiempo de escuchar otros argumentos y de evitar la adopción de decisiones que pueden ser irreversibles.
19/03/2009 VICENTE PUEYO
